Honra no solo los a los Chilenos, sino a todos los Masones
por Néstor L. Hernández

La lucha por sobrevivir día a día
Sábado 7 de junio Peligro y confusión
Apenas sintieron el impacto empezaron a recibir órdenes del piloto Nelson Bahamondes. Todos debían salir rápidamente porque el avión estaba con mucho combustible y podría explotar. A su copiloto le ordenó cortar el paso del combustible y los pasajeros tuvieron que ayudarle a salir porque él estaba herido gravemente en su cabeza. Tras la confusión inicial, Bahamondes les dijo que tuvieran confianza porque el avión estaba emitiendo la señal de localización. Tras cerciorarse de que no explotó, revisaron los alrededores y el portaequipaje para ver qué les podría servir. El piloto les ordenó sacar lo que hubiera de comida y ropa para abrigarse. Pero no quedaba mucho. Un tarro de leche en polvo roto, dos paquetes de galletas, un chocolate muy pequeño y unas golosinas. La cabina del avión estaba intacta, sólo una trizadura en el parabrisas. Los sobrevivientes se dispusieron a pasar la noche.
Domingo 8 de junio Dormir apretados
Despertaron con el ruido de los aviones y los helicópteros que sobrevolaban la zona. Había nevado, estaba soleado en algunos sectores y los más jóvenes empezaron a sacar la nieve del techo del avión para que los vieran desde el aire. Pero pasó el día y la gran nube nunca se alejó. Intentaron explorar, pero había medio metro de nieve. Cerca de las 15:00 horas volvieron a encerrarse todos en el avión. Afuera ya empezaba a anochecer y se quedaron dormidos. Esa noche siguieron las instrucciones del piloto y durmieron muy cerca unos de otros para no pasar tanto frío. Intentaron hacer una fogata, pero sólo tenían algunos trozos de las ropas que se destrozaron en el maletero, que igual quemaron. Y a las 17:00 ya estaban dentro del avión, de noche y durmiendo.
Lunes 9 de junio Fallece nuestro hermano Nelson
Amaneció nublado y con lluvia. El piloto empeoraba, pero no cesaba de darles instrucciones. "Él nos dijo que si era necesario, incendiáramos el avión, porque eso provocaría una enorme humareda, pero tenían que esperar que no hubiera nubes, porque si no era inútil", recordó el cabo Víctor Suazo. Bahamondes murió cerca de las 11:00 horas y eso provocó un serio deterioro del ánimo de todos.
Martes 10 de junio Comer pasto
Nuevamente salieron a caminar. Recogieron pasto y raíces, además de nieve para beber. Pero algunos se negaron a comer pasto y ya no les quedaba una miga de nada. El tiempo seguía muy malo y ya no sentían helicópteros, aunque creyeron ver pasar un avión. Salieron a hacer señas. Ya habían limpiado el techo, como todos los días, pero nuevamente nadie los vio.
Miércoles 11 de junio Con los chalecos salvavidas
Muy temprano escucharon el ruido de los aviones. Salieron a mirar porque otra vez había nubes sobre ellos. Y como no tenían cómo hacer fuego, salieron con los chalecos salvavidas del avión. Esta era la vez que los sentían más cerca, pero se desesperaron por la posibilidad de que el enorme "pájaro negro" que se acercaba no los viera. Eran cerca de las 12:25 horas y no podían creer cuando dio la vuelta y volvió. Con las pocas energías que les quedaban corrieron hacia él agitando los chalecos.
"No hubiéramos aguantado una noche más. Estábamos todos muy mal", contó el cabo Víctor Suazo, pocas horas después de haber sido rescatado por un helicóptero Black Hawk de la fuerza aérea chilena. Magullados, quemados por la nieve y el frío se mantenía en 5 grados bajo cero, algunos fracturados, "pero vivos", terminaron su odisea los nueve sobrevivientes del trágico accidente.Nuestro hermano, con una reconocida trayectoria (16 mil horas de vuelo), realizó un aterrizaje de emergencia. Hubo que ubicar un lugar apto para que el helicóptero bajara a los rescatistas, que llegaron hasta el avión para trasladar a los heridos, que no estaban en condiciones de caminar. Se sumaban las adversas condiciones climáticas, que incluso impidieron rescatar el cuerpo del piloto Nelson Bahamondes y de cuatro rescatistas del Servicio Aéreo de Rescate (SAR) de la Fuerza Aérea Chilena que debieron permanecer en la montaña con la víctima.Sin embargo, nuestro querido hermano se había convertido en el héroe de la tragedia, ya que el grupo había logrado mantenerse con vida gracias a sus consejos. "Nos dio instrucciones sobre cómo actuar. Nos orientaba para salir del lugar en forma terrestre, es probable que, sin él, todos hubiésemos muerto", dijo Suazo.Ya no estará físicamente con sus hermanos de la Respetable Logia Luz Austral Nº 61 de Puerto Montt perteneciente a la Gran Logia de Chile, pero seguramente recordarán por siempre su impronta de masón, que surge del comentario del Ministro de Defensa, José Goñi, al salir del recinto médico, quien manifestó que todos los afectados coinciden en destacar la figura del piloto Nelson Bahamondes, como el gran responsable de que hayan salido prácticamente ilesos del fatal accidente. "La impresión que me dejaron todos los relatos de ellos fue que se trataba de una persona con una gran experiencia en su profesión, con una gran calma para actuar y reaccionar. Y además con un gran sentido de solidaridad y liderazgo, porque primero hizo todo lo posible por evitar un colapso de la avioneta para que ellos pudieran aterrizar o caer de manera lo más suave posible, cosa que consiguió en las dificilísimas circunstancias del momento."
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