sábado, 19 de abril de 2008

Homenaje al R:.H:. Alfonso Peñaranda Murgia

Hace poco partió el R:.H:. Alfonso Peñaranda Murgia, partió a esa impostergable cita con el Oriente Eterno a la que sin remedio todos marcharemos, y en cuyos ignotos recintos compartiremos todos la serena fraternidad que la paz y el amor nos procuran.
Y es que pretendo que en tan etéreo paraíso no existe ni memoria ni historia. Sin memoria no hay lugar a rencores, sin historia no hay oportunidad a anacrónicas críticas.
A los templos celestiales se llega desnudo de ropajes identificatorios, allí no hay género ni consigna, y los miles de sitiales de honor son compartidos con emoción fraternal y generosa. Allí está ahora nuestro R:.H:. Alfonso, disfrutando por fin de esa especial sensación de amor fraternal que tanto extrañamos ahora. Él sabrá disculpar nuestra incapacidad de reconciliación, cuyo efecto nos aleja cada vez más de nuestros originales preceptos, los que ahora marchan entre agravios y extrañas preferencias, las mismas que nos impiden rendir justo tributo a los que tanto hicieron por nosotros.
Sé, mi querido Alfonso, que ofreciste agua de unidad, pero la preferencia del vino embriagante por el poder despreció la humildad del perdón.Sé, mi querido Alfonso que ofreciste pan de fraternidad, pero por atender nuestro apetito de blasones rechazamos tu ofrenda de amor.
Sé, mi querido Alfonso, que necesitaste el apoyo de tus HH:. en tan noble empresa, pero por atender nuestro absurdo individualismo no acudimos en tu ayuda.No hay excepciones en esta omisión, cuya culpa grita la amarga costumbre humana que prefiere el tumulto, la agresión, la asonada y la protesta, al socorro, a la solidaridad, a la gratitud y a la unidad, en pocas palabras, a la práctica de la verdadera fraternidad, aquella que ahora ha sido dedicada a ejercicios grupales excluyentes de los demás y exclusivas para cada sector.
Tal vez ahora vos, mi Q:. y R:.H:. Alfonso, desde el Olimpo del amor fraternal comprenderéis con resignada certeza que esa masonería que con tanta efervescencia se disputan los masones en todas partes del planeta, no es un reino de este mundo y los que reclaman autoridad, posesiones y privilegios, solo son simples aspirantes de aprendiz, que escriben sus solicitudes de ingreso con la tinta fanática y profana tan común en ese plano inferior, pero cuyo trámite ni siquiera alcanzará el estadio del balotaje y no porque sean rechazadas, más bien porque en el paraíso del masón todos son recibidos sin condición alguna, allí son reunidos en un gigantesco parvís de bienvenida, para luego ingresar, humildes y solícitos al Gran Templo Celestial despojados de la soberbia del poder y de la impostura de la victoria .
Allí conviven todos en paz, sin el estorbo de la memoria ni de la historia, obsequiándonos con la sola presencia de HH:. como tú mi querido Alfonso, por quien en la soledad de mi dolor he vertido las más amargas lágrimas, pues tu partida nos hace considerar si el valor de nuestras pírricas batallas es real, o si el mínimo esfuerzo de la paz rinde como todos sabemos, frutos más saludables y abundantes, tan abundantes que alcanzarían para alimentar las necesidades de armonía y paz que tanta falta nos hacen, en nombre de esa paz, te alcanzo mi más sentido adiós, así como la confesión del dolor por mi absurda ausencia en los aciagos momentos de vuestra despedida.
Descansa en paz, mi Respetable y muy querido hermano Alfonso….
M:.R:.H:. Arturo Rivera del Piélago
Past Gran Maestre
Gran Logia del Peru

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