Los masones cubanos están contentos. Hace unos días la enorme bola del mundo (la más grande y alta de Cuba), corona del Gran Templo Masónico, volvió a girar después de treinta años de inactividad.
El edificio, emblema de la masonería, se inauguró el 27 de febrero de 1955. El ingenio giratorio está construido de aluminio, es hueco y posee un eje central de cuatro pulgadas; ocupa 360 metros cuadrados, y lo remata el cuadrante y el compás, símbolos de la masonería mundial.
Nadie recuerda el año ni el día en que la esfera dejó de girar. Ahora, al transitar por la concurrida esquina Carlos III y Belascoaín, si se vuelve la vista al cielo, se verá girar la bola en lo alto.
Hace medio siglo, entre promesas y utopías, Cuba se detuvo, como suspendida en el tiempo y el espacio. Y así permanece, lejos del mundo que se mueve sin descanso.
El edificio, emblema de la masonería, se inauguró el 27 de febrero de 1955. El ingenio giratorio está construido de aluminio, es hueco y posee un eje central de cuatro pulgadas; ocupa 360 metros cuadrados, y lo remata el cuadrante y el compás, símbolos de la masonería mundial.
Nadie recuerda el año ni el día en que la esfera dejó de girar. Ahora, al transitar por la concurrida esquina Carlos III y Belascoaín, si se vuelve la vista al cielo, se verá girar la bola en lo alto.
Hace medio siglo, entre promesas y utopías, Cuba se detuvo, como suspendida en el tiempo y el espacio. Y así permanece, lejos del mundo que se mueve sin descanso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario