Buenos Aires. La masonería, una organización no secreta que se define como una sociedad filantrópica, filosófica y progresista de tolerancia y libertad y que, a la vez, niega enfáticamente connotaciones conspirativas como parte de su accionar, cumplio 150 años en la Argentina.
Para celebrar el Sesquicentenario de la puesta en marcha oficial de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, durante esta semana se llevarán a cabo una serie de actos de homenaje y reuniones de recordación que culminarán el jueves con una cena, que se prevé tenga más de 1000 invitados.Según sus principios, basados en los ideales de la Revolución Francesa de Libertad, Igualdad y Fraternidad, los objetivos de la masonería de “exaltación y perfeccionamiento de las más elevadas virtudes humanas” tomaron cuerpo orgánico a partir del 11 de diciembre de 1857, cuando los precursores generaron la unión de siete logias de la Argentina y fundaron la actual Gran Logia.
No obstante, la masonería local había tenido orígenes anteriores, aún antes de la Revolución de Mayo, lo que permite incluir en el conteo de patriotas enrolados en logias a figuras emblemáticas de la historia argentina, incluido -según afirmación propia- José de San Martín.Según la página web de la Gran Logia, viajeros, comerciantes, militares, intelectuales procedentes de Inglaterra, España, Francia y Portugal, difundieron los fundamentos en América del Sur. En Buenos Aires, las primeras noticias de la hermandad se remontan a fines del siglo XVIII.La primera logia en territorio argentino fue la “Logia Independencia”, con protocolos de autorización otorgados por la Gran Logia General Escocesa de Francia. Dicha autorización data aproximadamente de 1795 y “su sola denominación acusaba en sus integrantes una concepción autonomista para las tierras americanas”.
El primer Gran Maestre en la Argentina fue José Roque Pérez, a quien la historia lo ha definido como un notable jurista, diplomático, filántropo y humanista. El propio Pérez, aunque abogado, junto a otros médicos de la época también masones, incluido Cosme Argerich, fallecieron en Buenos Aires en tiempos de la lucha contra la epidemia de la fiebre amarilla.Logias extranjeras también estuvieron detrás de la conformación de origen, ya que Pérez tenía relaciones estrechas con la Gran Logia de Montevideo.
En cuanto a los ideales, la masonería considera que el hombre puede alcanzar su realización a través de la Ciencia, la Justicia y el Trabajo (trilogía que constituye su lema) y se erige en defensora del progreso de la humanidad y se manifiesta acérrima enemiga de la ignorancia, el fanatismo y la codicia. Desde hace unos pocos años, la masonería abandonó nítidamente el esquema de oscurantismo que la caracterizaba en el imaginario popular y salió a mostrarse con mayor visibilidad.
Sin secretos, pero con discreción
El Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina de Venerables y Libres Masones, Sergio Héctor Nunes, aseguró que la masonería no es una institución de lobby y solicitó a las nuevas autoridades nacionales que la “cosa pública” se maneje “con dignidad”. En Argentina hay activas 125 logias, con 9 mil miembros, aproximadamente.
En relación a la mayor visibilidad que tiene la organización, Nunes explicó que la masonería “no es secreta, sino discreta”, que la afiliación a la misma es absolutamente libre “para todo aquel que la quiera solicitar” y aseguró que para el ingreso a la organización no hay bolilla negra.“Hasta el año 30 el país fue uno y desde allí, con el golpe de Estado, el más xenófobo de todas las épocas, hubo una especie de trabajo hacia adentro tratando de evitar la exposición. Tanto Franco como Hitler y Mussolini fusilaron a varios miles de masones.Hubo en el país procesos sociales que no compartían el libre pensamiento y el análisis por la razón y en ese esquema sufrimos algunas consecuencias”, contó el abogado Nunes.
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