Escribe Leonel Alberto Pérez BeletteLA HABANA, Cuba, febrero 2.008
La benemérita logia Habana celebró, en la tarde del día 24 de enero, su 87 cumpleaños en el templo gótico de la Gran Logia de Antiguos Libres y Aceptados Masones, en esta capital.La actividad se efectuó en tenida blanca, por lo que familiares y visitantes, pudieron participar del festejo.
La conmemoración fue presidida, conjuntamente por el Venerable Maestro Frank Ernesto Quevedo Martín y por el Gran Maestro de la masonería regular cubana Osmundo G. Cabrera Pérez.
Este último, recién llegado, junto a un grupo de altos funcionarios de la Institución, de una gira fraternal por países de Europa.La oratoria estuvo a cargo del joven y elocuente hermano, Fernando Michel Argüelles Balmaseda, quien resumió parte de la historia del taller y la vida del apóstol.
La Logia Habana fue fundada el 28 de enero de 1921. Fecha en que fuera electo como Venerable Maestro el hermano Arturo de Carricarte de Armas. Éste, avalado por el apoyo y la contribución de toda la masonería, medió con gestiones ante el alcalde de la villa, por aquel entonces, el también masón Marcelino Díaz de Villegas, para la recuperación, de la inopia y la destrucción, de la casa natal de nuestro apóstol nacional José Julián Martí Pérez.La casa ubicada en la calle de San Francisco de Paula fue recuperada por la logia, el 12 de Mayo de 1921 y tras su inauguración, el 28 de enero de 1925, devino más que museo, santuario de veneración de todos los cubanos hacia el Maestro. Meca del patriotismo, declarada finalmente monumento nacional, en 1949.
El respetable taller Habana también ha contado entre sus miembros con excelentes hermanos de pensamiento, que han contribuido al pensamiento y accionar de la Institución en cada época.
Un ejemplo notorio fue la propuesta formulada en 1937 para la creación de la Universidad Nacional Masónica, hoy por desgracia desaparecida, la cual se materializó en 1949.
Las logias masónicas, no sólo Habana sino el conjunto de talleres que componen la hermandad, son tal vez unos de los pocos espacios en Cuba, donde personas de diferentes religiones, preferencias políticas, razas y nivel de instrucción o económico, se sientan a discutir asuntos sociales o filosóficos, entre otros temas. Lo anterior en un clima de profundo respeto, tolerancia y democracia.
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