miércoles, 23 de enero de 2008

MASONERÍA LORETANA, Congratulaciones

Escribe Alberto Pérez

La Orden Masónica peruana, con sus logias y filiales, están de fiesta al celebrar junto a la Unión Amazónica el 100 aniversario de inauguración del Templo Central (Nauta, 2da. Cuadra).

Este hermoso edificio que imita los antiguos templos clásicos, diseñado bajo las coordenadas salomónicas y construido sobre la reverencia al Gran Arquitecto del Universo, forma parte emblemática y representativa de la historia de Loreto. Qué mejor fecha, coincidente con la Semana del Aniversario de Iquitos como Puerto Fluvial, para recordar no sólo la inauguración de este templo, modelo y paradigma del Templo de Salomón, sino al tiempo de conmemorar a los personajes, muchos de ellos hermanos masones, forjadores del Loreto próspero y señorial.

Al margen de la siempre discreta, más que secreta, historia de la masonería, velada por la cantidad de información contradictoria que ha circulado sobre la misma y cuyos orígenes se pierden en el pasado, la masonería en Loreto, y más que ella, sus ilustres iniciados han contribuido desde las artes, la ciencia y la política a la reconstrucción moral de la sociedad iquiteña. Para la doctrina masónica el hombre es la “piedra bruta” que ha de tallarse hasta convertirse en “piedra perfecta” a imagen y semejanza de la “piedra angular” que es Dios. Muchos loretanos han pasado, desde aprendices hasta venerables, por sus tronos y altares, entre ritos, mitos y símbolos, trabajándose como albañiles y arquitectos en la reconstrucción del templo interior, formando así ciudadanos cabales a “cal y canto”.

Nos unimos así a este homenaje de la familia masónica que celebra un siglo de inauguración de este bello templo que simboliza el trabajo masónico consistente en construir el templo de la humanidad y del universo, del microcosmos y del macrocosmos: un templo dedicado a la gloria del Gran Arquitecto. Ese templo que hay que construir es el ser humano, “Aprender a construir corresponde a la iniciación en el gran arte de la vida”, reza una máxima masónica.

Me uno a esta fiesta de los hermanos masones de Iquitos con quienes tantas veces hemos confraternizado para, desde la Oración y la Plegaria, recordarles a ellos y de otras escuelas iniciáticas y a todos los que se han vuelto hacia una ciencia del misterio y buscan en la inteligencia una salida a las brumas del pecado, pues en verdad la inteligencia nos fue dada para eso, para servir de vínculo entre el Creador y nosotros sus criaturas.

Guardaos hermanos de confundir vuestra propia inteligencia con la luz y vuestras ideas en dioses. Guardaos de las ilusiones del orgullo, de los prestigios de la magia, de la impostura y del pecado contra el Espíritu. Que vuestro secreto sea el secreto de las profundidades y no la mentira del que oculta el hecho de que no tiene nada que ocultar. Que las distancias que ponen entre ustedes y el común de los hombres les preserve verdaderamente de la impureza del mundo, sin que olviden la caridad humana y la compasión por los ignorantes, sin olvidar vuestra propia ignorancia y la humildad.

Que vuestra búsqueda solitaria no les aleje de la Ley divina manifestada a todos los hombres, ni de la devoción, ni de la dedicación, ni de la obediencia que demanda la Religión, sino que les conduzca a descubrir el sentido oculto de las escrituras de los símbolos, de los mitos y de los ritos.

Y en cuanto a nosotros, guárdanos, Señor, para no injuriar a cualquier sincero buscador de la verdad, sea quien fuere, masón, rosacruz, mago o vidente, o taumaturgo o alquimista o maestro de la cábala, de la gnosis o de la oculta filosofía. Guárdanos de perseguirlos con nuestra desconfianza o nuestras risas por la mala razón de que tantos charlatanes o locos hayan abusado de sus máscaras.

Y si la tradición ha traído hasta nuestros días alguna brizna del conocimiento de los antiguos sabios y de la Revelación primitiva, haznos dignos de tomar parte en esa herencia, para que nos sea dado contemplar tus vestigios impresos en las cosas: los nombres, las proporciones, las armonías; las correspondencias entre los elementos, entre los abismos de lo alto y los de lo bajo; las virtudes de las plantas, los presagios en los astros y en los sueños, los signos inscriptos en la mano y en el rostro: los indicios de tu santa voluntad enseñados quedamente a los atentos; la cifra y el sentido de los animales, de los vegetales, de los metales y de las piedras y el lugar de cada ser en la escala del Ser.

Para que el Espíritu Santo nos introduzca en la comprensión de todo lo que se nos había enseñado. Haz que un día, para ellos y para nosotros, la verdad no sea más un enigma ni un juego de espejos, sino que conozcamos como somos conocidos. Cara a cara, cara a cara, en Tu gozo, Tu gloria y Tu amor.

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